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    Mirador Provincial

    Hecho en Santa Fe

    Un viaje a los primeros dos proyectos biotecnológicos financiados por SF50

    El martes último, el Centro Científico y Tecnológico de Rosario (CTT) experimentó un movimiento pocas veces visto, solo comparable con las movidas con que las gigantes de la tecnología presentan un nuevo producto. Con escenario, discursos bien aprendidos y una impronta audiovisual fuerte se presentaron en sociedad los primeros cuatros proyectos invertidos por el fondo SF500, que cuenta con el padrinazgo del Grupo Bioceres, Terragene y el Gobierno de Santa Fe, para potenciar en una década 500 startups de base biotecnológica.

    La iniciativa no distingue límites provinciales y entre las compañías nacientes elegidas se anticipa que habrá desarrollos originados en todo el país. Esa distribución se plasmó en las cuatro startups que son las primeras en las que SF500 inyecta 250.000 dólares con opción a que participen de una segunda ronda por más capital.

    Dos de ellos tienen vínculo con la provincia de Santa Fe y puntualmente con Rosario. Mirador Provincial entrevistó a los mentores de ambas firmas que buscan revolucionar el mercado en los campos en los que se desempeñan.

    La hoja de ruta para curar la artrosis
    Nadie hasta el momento ha logrado desterrar completamente la artrosis, y ese objetivo de máxima es el que se fijaron los rosarinos de Dharma Science, una startup que deriva de un instituto ubicado en pleno barrio Martin dedicado a la medicina regenerativa.

    “Ya llevamos varios hitos sobre nuestras espaldas, pudimos demostrar que en una persona viva se puede hacer crecer cartílagos y nos apalancamos en esa experiencia y esos trabajos para ir un paso más allá”, indica el médico Gastón Topol, al frente del equipo, a la hora de describir el tipo de desarrollo que pretenden hacer.

    El plan busca originar un tratamiento para contrarrestar los efectos de patologías degenerativas como la artrosis y que se pueda adquirir en una farmacia. “La estrategia es la recrear los mediadores químicos que un paciente genera como el plasma o las células madres de manera sintética para que en un futuro no muy legajo una persona compre una ampolla rellenada y el médico se la inyecte en la articulación”, indicó Topol. El profesional lleva años haciendo tratamientos en base, por ejemplo, la extracción del líquido sinovial de la rodilla de un paciente, donde encuentra muchas veces el mediador químico que dicha persona necesita para contrarrestar los efectos de la artrosis.

    Topol tiene una especialización en los Estados Unidos y es el presidente del capítulo latrinoamericano de la Asociación Americana de Medicina Ortopédica (AAOM) por sus siglas en inglés. “El estar invertidos por SF500 nos da un empuje fundamental para poner manos a la obra y lograr escalar los procedimientos en busca de mejorar los tratamientos actuales de medicina regenerativa”, planteó.

    “Llevamos hechos unos 25.000 procedimientos y el haber detectado que se puede regenerar cartílago nos permite imaginar un plan de escalado para incorporar al organismo mediadores químicos propios o sintéticos para mitigar los efectos de la enfermedad”, destacó el profesional.

    La carrera no es solo contra las consecuencias negativas que derivan de afecciones degenerativas, Topol descuenta que hay otros equipos médicos en el mundo que están trabajando sobre procedimientos similares para hallar el método más eficiente para desterrar enfermedades como la artrosis. “Estamos en una carrera a nivel mundial para ver quién o quiénes pueden regenerar cartílagos con artrosis y en esa competencia nos queremos colar. Yo estoy seguro de que existe una solución. Si ya hay casos de regeneración en proporciones chicas, nos resulta oportuno trabajar con una alternativa que posibilite una escala mayor”, ambiciona.

    Biocuero para 2024
    El año pasado, Mirador Provincial contó la historia de los socios de Wonder, una startup fundada por nicoleños pero que creía bajo el ala del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (Iprobyq). Martín Vásquez y Martin Uthurralte trabajan todos los días para escalar la producción de un cuero que sea alternativa al vacuno, pero también de origen biológico. Los 250.000 dólares con los que invierte el SF500 les permitirá acelerar los procesos para arribar al producto final.

    “No paramos de trabajar y hoy podemos decir que en un proceso de fermentencación de 2 a 3 semanas podemos tener biocuero listo, el plan es aumentar capacidad de producción y reducir aún más el tiempo de procesamiento pensando en un flujo comercial a futuro”, precisa la fundadora, que apuesta al 2024 como el año en el que puede haber resultado palpable.

    El propósito de Wonder es no solo evitar que se comercialice el cuero animal, también es el de desestimar las versiones sintéticas a base de plástico que tienen alto impacto ambiental. “Trabajamos con hongos y con el orujo, que es ni más ni menos que el residuo de la industria vitivinícola. Básicamente lo que estamos haciendo es hacer crecer el hongo empleando el orujo como sustrato, de ese proceso se rescatan fibras que son el componente básico de este biocuero”, precisó Martín Vásquez, que es ingeniero industrial y viene de hacer crecer otra empresa desde cero.

    Vásquez es uno de los mentores de Qualia, una empresa de triple impacto desarrollada entre Rosario y San Nicolás que comercializa anteojos hechos de plástico reciclado. “Tenemos experiencia en la incubación de nuevas firmas que generan impacto positivo en el medio ambiente y empleamos ese conocimiento para Wonder. Qualia sigue en pie, con un equipo que hoy está activo trabajando con los armazones, pero nosotros decidimos meternos en un nuevo material del que estamos seguros vamos a hacer la diferencia”, mencionó.

    “Empleamos puntualmente el micelio, que son las raíces del hongo y que, por naturaleza, constituyen una fibra muy resistente y a la vez flexible”, amplió Vásquez. La idea se cocina en el Iprobyq que tiene doble dependencia, Conicet y UNR. La pata científica del desarrollo lleva la firma de una referente de dicho instituto, Diana Romanini.

    La iniciativa no distingue límites provinciales y entre las compañías nacientes elegidas se anticipa que habrá desarrollos originados en todo el país. Esa distribución se plasmó en las cuatro startups que son las primeras en las que SF500 inyecta 250.000 dólares.